He de confesar que la estrategia que
más me gustaba era la de cuenta cuentos, pero pensé que con la vergüenza que
pasó hablando en público iba a resultarme muy complicado, por lo que me decidí
por la de narración con el apoyo visual del libro. Esta estrategia consiste en
contar una historia basándose en las ilustraciones que se enseñan al público.
Uno de los motivos por los que escogí
esta estrategia ya lo he dicho anteriormente, la vergüenza, por lo que pensé
que con el apoyo del libro me iba a resultar más sencillo (y así fue). Otro de
los motivos, fue que me resultaba divertido contar una historia ya escrita con
otras palabras, con las mías propias, siempre que se adecuasen con las imágenes
del libro.
El libro escogido fue “Muy chiquitín”,
un libro ideal para narrar apoyándose en las imágenes ya que en ellas aparece
plasmada la historia y además ayuda a improvisar.
A la hora de prepararme la narración,
lo primero que hice fue leerlo en voz baja y después en voz alta, la segunda
vez que lo leí en voz alta se lo conté a mi chico por teléfono y aproveché para
ir improvisando en algunos aspectos, me quede sorprendida porque a pesar de que
simplemente me oía ya me daba un poco de vergüenza, pero me gustó la
experiencia. Después de leérmelo unas cuantas veces e ir improvisando cada vez
más porque ya me lo iba sabiendo, empezó a contarlo en el espejo, sinceramente
me veía ridícula y no paraba de reírme asique decidí pasar del espejo. Un par
de veces más y ya lo tenía preparado.
Llegó el momento de contarlo y en
clase y, a pesar de que tuve suerte de que mis primeras espectadoras fueran
grandes amigas, la vergüenza (una vez más) me pudo y me trabe en varias ocasiones.
Por suerte, a medida que iba escuchando a las demás y lo iba contando, esa
timidez se iba pasando. Autoevaluándome, debo decir que a medida que lo contaba
iba mejorando, me iba soltando más y me sentía más cómoda.
Tuve la ocasión de contar el cuento cuatro
veces, he aquí las evaluaciones de mis compañeras:
1ª VEZ:
- Abrir
más el libro para que lo viesen mejor los espectadores.
- Si
me equivoco, seguir con la historia.
- Olvidarme
de la vergüenza.
- Hablar
un poco más lento.
Teniendo en cuenta las recomendaciones
de mis compañeras, con conté una 2ª VEZ:
- Pensaban
que debía exagerar más las voces, diferenciando al osito, a muy chiquitín y
mamá y papá osos. (Esta idea no la tuve muy en cuento ya que Irune nos dijo que
no hacía faltar “cambiar” las voces ya que los niños lo entendían perfectamente
y era muy difícil tener una gran variedad de voces).
- Y
que debía señalar los dibujos. (Quizás soy un poco desobediente, pero observe
que algunas compañeras señalaban los dibujos y lo que hacían era tapar las
imágenes, por lo que tampoco lo tuve en cuenta).
Esta vez me dio menos
vergüenza y al no decirme nada ellas, supongo que se me notaba menos. Respecto a
la apertura del libro me dijeron que estaba bien, que se veía desde todas las
perspectivas en las que estaban ellas.
La 3ª VEZ:
- Debía
hablar más alto.
- En
una parte del libro el osito pequeño estornuda y en las imágenes está
escrito ACHIS, por lo que me
recomendaron que lo dijese de una manera exagerada ya que les iba a hacer mucha
gracia a los niños.
Y la 4ª VEZ, solo me
dijeron que debía mirar más a los espectadores y no tanto al libro.
Según los comentarios de mis
compañeras, puedo decir que desde la primera vez a la última he ido mejorando
los aspectos que me iban diciendo. Uno de mis miedos era el volumen de la voz,
ya que pensaba que hablaría bajito, pero según lo que ellas me iban comentando
era adecuado (excepto una de las veces), casi todas me comentaban que la
entonación era buena y que la historia que las conté tenía coherencia con las
imágenes por lo que estaba muy bien.
A la hora de contárselo a los niños,
es posible que llevase un pequeño muñeco y que les dijese que le iba a contar
una cosa que le pasó un día cuando jugaba en el bosque. Y al terminar les
preguntaría cosas como: Si ellos se han perdido alguna vez, que harían si se
perdiesen. Además aprovecharía para recordarles que si alguna vez se pierden
deberían ir a algún policía o seguridad que viesen por allí para que les
ayudase a encontrar a sus papas. Además recomendaría que llevasen en una
pulsera o cosido en alguna prenda la dirección o, al menos, un número de
teléfono al que llamar en estos casos. Por supuesto los niños deben saber dónde
lo tienen.
Respecto a mis compañeras, he de decir
que el que más me gustó fue el cuento de Paula, “medio pollito”, era una
historia muy original y además ella lo acompañaba muy bien con su
caracterización y su desparpajo. Además eligió la estrategia más bonita, el
cuentacuentos, y se ayudó con un pollito que recordaba al personaje de la
cuento. La historia de María también me gustó mucho, pero en algunas ocasiones
la vergüenza se apoderaba de ella y la impedía hacerlo todo lo bien de lo que
ella es capaz. La capacidad de improvisación de Julia me deja alucinada, apenas
se lo había leído una vez, ya que el que ella se había preparado no valía, y parecía
que lo hubiese ensayado durante el fin de semana. Por las demás, en general bien, había algunas
historias que eran un poco aburridas y la narración no ayudaba mucho, pero
bien.
He de decir que me lo pase muy bien,
me reí mucho y disfrute con las historias que las compañeras me contaban.
Además gracias a esta actividad, podre
contar y leer cuentos a mi prima de una manera en que las dos disfrutemos, y
que yo no lo pase mal pensando que se está aburriendo. Y sobre todo dejar la
vergüenza a un lado, es difícil, pero con ella no se llega a ningún lado.
Perfecto.
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