domingo, 13 de mayo de 2012

Educar en tiempos revueltos

La sagacidad y reflexión que el autor proyecta en estos magníficos artículos periodísticos nos acercan a este mundo tan venerado y difícil a la vez, como es la Educación.
El optimismo que transmite Javier Ballesta en sus artículos concede una tregua al desánimo continuo que abunda en los pensadores, columnistas, ciudadanos y hasta en los propios enseñantes. Sus escritos se convierten en un acicate para seguir luchando por la verdadera y lábil educación, en una esperanza ante tiempos convulsos que nos deparan noticias extraordinarias y extremas de nuestra cotidiana enseñanza, denostada, difamada por expertos y por quienes carecen de experiencia en este digno oficio.
A pesar del grito desgarrador pidiendo el aprecio y valor al docente, se atisba un rayo de esperanza, puesto que en muchos de sus artículos pide de un modo insistente puntos de encuentros entre todos los sectores de la comunidad educativa.
La selección de los 43 artículos se encuentra dividida en cinco partes cuyos títulos hablan por sí mismos:
En la primera parte, La difícil convivencia, Javier Ballesta anima a los docentes a poner la educación, como “herramienta poderosa en funcionamiento”, aunque “sigamos esperando que la Administración, la Inspección, los consejeros, los políticos nos den la solución”.
El autor no olvida la soledad que siente el docente, amordazado y amenazado, por quienes deberían ser ensalzados: las familias. Y como asevera abiertamente Javier ballesta “La sociedad que no cuida sus escuelas, que no mima a sus docentes, a la larga, las paga con creces”.
Para él los padres buscan en los centros que las cosas funcionen bien, que hayan pocos o mejor ningún inmigrante, que no haya conflictos en las aulas y que el horario sea amplio para poder sufrir menos a sus retoños. No les importa lo más mínimo la metodología empleada, ni los proyectos del centro, ni los proyectos de investigación y de innovación, porque no es fundamental en la educación de sus hijos.
La segunda parte, Maestros para la vida, Javier Ballesta incide en los malos tiempos que les ha tocado vivir a los docentes, añorando épocas de veneración, erudición y de respeto por parte de todos. Porque, además de enseñar y educar, deben llenar las lagunas que dejan muchas familias en la educación de sus hijos, a fuerza de presiones políticas y burocráticas que logran que estos profesionales ocupen el lugar y las funciones que no les corresponden.
Uno de los grandes protagonistas de la enseñanza es y debe ser el docente.
No se desalienta el autor ni deja de encumbrar la labor del educador, ambicionando una sociedad que “mima a sus maestros y los respeta” para lograr alcanzar en el alumnado una maduración como ser humano.
En la tercera parte, Más allá de los muros de la escuela, no le tiembla el pulso a Javier Ballesta para denunciar la desastrosa situación en la que se encuentran las instalaciones de los centros, el uso político que se hace de la educación, las promesas electorales, casi siempre incumplidas...
Su censura hacia la diferenciación de centros concertados sin apenas emigrantes, ni gitanos, frente a los centros públicos que albergan y acogen a todos los alumnos de cualquier situación económica, social o étnica no puede considerarse ineficaz o fútil; debe despertar a la Administración, al colectivo de docentes, a esos sindicatos, no todos, que miran para otro lado, en pro de una equidad justa.
La cuarta parte de la obra se titula La universidad debe cambiar.
Por último, la quinta parte lleva por nombre Los medios también son culpables. Ballesta incide en la “caja tonta” que nos atrapa de lleno con programas como Física o Química, Compañeros, etc.; de ahí que sean nuestros nuevos libros de caballería. No obstante, para el autor hay todavía un grado más de zafiedad en la televisión: la telebasura. (GINÉS LOZANO JAÉN Universidad de Murcia).

Libro recomendado a todo el mundo: padres/madres, profesores y alumnos.

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